lunes, 8 de febrero de 2010

Febrero 8

Hoy he tenido la desgracia de llevar las orejas puestas y dispuestas a escuchar pláticas en mi entorno. Los docentes deberían (debemos) ser un ejemplo de que en este país es posible hacer mejor las cosas; de que la única manera de que verdaderamente nos alcance el progreso anhelado por siglos; son, entre otros la honestidad, el amor por lo que se hace y el esfuerzo solidario para empezar a caminar en la dirección correcta. Pero desafortunadamente en el sitio en que mis orejas estuvieron hoy, eso no ocurrió. Lamentable y triste es escuchar que los "profesores" se libran de sus responsabilidades con: "no me entienden", "no les interesa", "no vale la pena, de todas formas son de la tarde y no aprenden", "reprueban porque no se esfuerzan", y un sinfín de etcéteras más. ¿Dónde queda la responsabilidad del docente? ¿Dónde queda ese amor por lo que se hace? ¿Dónde esa capacidad de autocrítica y de reinvención para lograr una motivación en los estudiantes?
Lo grave es que esa actitud derrotista y apática es la que se contagia a los estudiantes...

2 comentarios:

  1. Si es triste, pero no queda mas que tratar de hacer la diferencia. Por desgracia no se puede cambiar a las personas pero al menos tenemos que intentar cambiar las cosas, poner de nuestra parte para que los niños aprendan y no pensar que son caso perdido.

    Asi es en muchas ocasiones las personas suelen tener un trabajo que no les apasiona y solo lo tienen porque no hay mas o por el hecho del estatus social pero obvio no debe ser así debemos tenemos la suficiente motivacion interna para poder desempeñar nuestro trabajo con amor y pasión así podemos hacer la diferencia.

    Eres muy bueno escribiendo, ojala muy pronto pueda llegar a ser como tu en ese aspecto. Si puedes lee lo que he escrito, si?
    Felicidades por tu blog.

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  2. Siempre hay formas... alguna vez te lo dije, es cuestión de buscar un modo... y como bien usted lo menciona: la actitud se contagia.

    Si yo no me creo un docente capáz y sobre todo lleno de pasión por lo que hago, por lo que digo, por lo que sé y por lo que pueda aprender... de nada sirve estar frente a veinte, treinta o cincuenta alumnos, si el mensaje de apatía será el mismo mientras dure esas ganas nulas de servir ante un propósito...

    Por eso te admiro, porque entiendes la responsabilidad que implica el hecho de ser docente, y sobre todo, por la pasión que aplicas a cada cosa que haces, increible es, de verdad, observar la paciencia y el cariño que pones a lo que realizas, a las formas que diario imaginas para que nosotros como alumnos seamos mejores, y todo eso que usted hace, es la verdad responsabilidad, es decir, la verdadera capacidad de responder ante lo que se necesita: un verdadero cambio.

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