jueves, 11 de febrero de 2010

Febrero 11

Las nubes son tan temperamentales como algunas personas que conozco. Un día pueden estar prácticamente ausentes; y sin embargo, cuando menos lo esperas aparecen y anuncian formas que reconoces como algo familiar o alguna otra figura simpática o hermosa. Otro día pueden amanecer decididas a que las veas y entonces tapizan el cielo con un manto suave pero firme, como para que no olvidemos que están ahí para hacer que la vida siga. Pero hay días en que de verdad son irritables y entonces a la menor provocación lloran y lloran, con tanta rabia que parece que quisieran borrar una ofensa grave o algún recuerdo de su pasado.

Por eso, debemos ser buenos con ellas, para que siempre nos traten bien y cuando lloren, sea por la alegría de ver que al fin hemos aprendido a ser solidarios y respetuosos con nuestro entorno y nuestros vecinos en este planeta.

2 comentarios:

  1. Tienen razón: qué bonito escribes... y me encantó esta analogía tan acertada... sería genial que en lugar de buscar culpables... aprendiéramos a respetar, no crees? que en lugar de maldecir cuanto existe, aceptáramos nuestras responsabilidades... ojalá que aprendiéramos a vivir... porque la vida es tan fácil, que de repente la complicamos... pa qué? pues para que sí...

    Así es esto de vivir... supongo...

    ResponderEliminar
  2. Muy cierto todo lo que planteas, uno debe aprender a estar aun en las malas, no siempre es fácil pero debemos hacerlo.
    Además de que creo que debemos tener empatía por los demás y tal vez así podremos tener un mejor mundo.
    Al menos yo he intentado poder estar cuando una persona valiosa para mi lo necesita aunque tengo que admitir que a veces es difícil porque tu también andas cargando problemas, pero siempre es bueno apoyar a las personas que quieres.

    Insisto, espero algún día poder escribir como tu, eres grande.

    ResponderEliminar